Etiquetas

  1. Agosto, por la tarde, mi abuela quiere que la acompañe a llevar flores al cementerio.”No quiero ir, abuela”. Pero ni caso.

Una vez allí, lo que faltaba, un entierro. Quiero dejar las flores e irme a toda prisa. El sepulturero se acerca a mi abuela porque se conocen, de repente, un olor asqueroso llega al mismo tiempo que el señor.

Empiezo a mirar a todos lados hasta que me doy cuenta que los zapatos del sepulturero olían raro. Cuando se va, lo sigo con la mirada, atento, para saber que puede ser y…rápidamente lo descubrí, volvió a pisar donde algún perro vacío su cargada barriga,jajaja.

Facebooktwitter